Renegociar deuda

Renegociar deuda: otra salida de la insolvencia

A menudo, cuando buscamos una salida de la insolvencia pasamos por alto estrategias como renegociar la deuda. Solemos aferrarnos a las herramientas que nos concede el Ordenamiento Jurídico y olvidamos que un acuerdo puede ser mejor solución que un litigio.

Por supuesto, la negociación no es una opción cuando la deuda sea de naturaleza pública. En estos casos, la Administración solo puede acceder a condiciones singulares de pago en el marco de convenios concursales, como estipulan entre otros, el art. 164.4 LGT.

Sin embargo, cuando la deuda sea de naturaleza privada, nada nos impide tratar de llegar a un acuerdo con nuestros acreedores. Y en muchas ocasiones negociar será más rápido y efectivo para ambas partes que cursar las correspondientes reclamaciones judiciales.

Renegociar deudas: una opción ante la insolvencia

Lo primero que deberíamos saber en torno a la posibilidad de renegociar una deuda es que conviene contar con asistencia jurídica antes de iniciar las conversaciones. Desconocer el Derecho de Obligaciones podría llevarnos a dar un paso en falso, que impida que posteriormente podamos oponernos a las exigencias de pago de nuestros acreedores.

Por ejemplo, no es infrecuente que el deudor firme documentos en los que renuncia a algunos de sus derechos. O que reconozca créditos que, con el adecuado asesoramiento, podrían haber sido impugnados.

A continuación convendría hacer un estudio de nuestra situación. Así, no es lo mismo que el impago provenga de una obligación comercial que de un préstamo bancario.

  • Las relaciones comerciales se rigen por su propia normativa, entrando en juego cuestiones como la prevención de la morosidad o, si afectan a consumidores y usuarios, su normativa de protección sectorial. Esta podría poner en nuestras manos herramientas como la anulación de cláusulas abusivas y otros derechos de defensa que podrían mejorar nuestra posición en una negociación e incluso hacer innecesaria esta, permitiéndonos el acceso a un proceso jurídico con elevadas garantías de éxito.
  • También existen campos específicos, como los préstamos hipotecarios, los productos financieros e incluso las reclamaciones de fondos buitre, que nos permitirán considerar otro tipo de soluciones jurídicas, como el derecho de retracto o la posibilidad de anular contratos por falta de transparencia.

En resumen, detectar el tipo de deuda y la legislación aplicable es fundamental para trazar una estrategia de negociación. Solo analizado el escenario conoceremos las consecuencias concretas del impago y las herramientas legales con las que podemos ayudarnos en la mesa de negociación.

¿Cuáles son nuestras opciones en una negociación?

En general, con la negociación se trata de alcanzar una reestructuración de la deuda. Esta, básicamente, emplea las siguientes herramientas:

  • Quitas. Equivalen al perdón de parte de la deuda. Si los acreedores acceden a una quita y documentamos debidamente el acuerdo, posteriormente no podrán ejecutarla.
  • Esperas. Equivalen a un aplazamiento del pago. Generalmente se acompañan de fraccionamientos, accediendo el acreedor a que abonamos nuestra deuda poco a poco, conforme al plan de pagos pactado.
  • Daciones en pago y para pago. Equivalen a la entrega de bienes para cancelar deudas o para venderlos y aplicar su precio al pago de tales deudas. No podemos forzar al acreedor a que acepte tales daciones salvo en el marco de procesos como el de Segunda Oportunidad.
  • Entrega de acciones o participaciones, emisión de obligaciones, transmisión de unidades económicas y otras opciones empresariales. Se trata de posibilidades solo accesibles para las empresas, que ayudan a derivar la deuda sobre la propia estructura social.

Generalmente estos son los recursos ante una renegociación. Por supuesto, el peso de cada una de ellas dependerá de nuestro nivel de solvencia y de las posibilidades que tengamos para defendernos del cobro de nuestros acreedores con éxito.

Así, es más fácil que logremos un acuerdo en escenarios como:

  • Una segunda oportunidad, donde el acreedor corre el riesgo de que cancelemos la deuda mediante el beneficio de exoneración del pasivo insatisfecho.
  • Ante un fondo buitre, donde podríamos recurrir al derecho de retracto, haciendo que el fondo no gane dinero con su operación.
  • O si tenemos la condición de consumidores y usuarios, pudiendo, por ejemplo, desistir del contrato o cancelar condiciones abusivas.

En resumen, no solo se trata de explorar qué podemos ofrecer a nuestros acreedores, sino también cuáles son nuestras posibilidades de defensa para calcular el valor relativo de nuestros activos.

¿Cuándo renegociar una deuda?

La siguiente cuestión clave a la hora de renegociar una deuda es el momento en que conviene iniciar las conversaciones. El hecho de que la deuda esté vencida y se haya exigido el pago nos ubica en una posición de morosidad.

Esto concederá al acreedor facultades como el ejercicio de acciones legales (algunas de ellas privilegiadas, como el proceso monitorio) o el devengo de intereses. De modo que la preparación de las negociaciones debería ser previa a la propia situación de insolvencia.

Una vez nos encontremos en situación de insolvencia tendremos la obligación de solicitar el concurso de acreedores, lo que nos introducirá en un proceso mucho más complejo y dilatado en el tiempo. Sin embargo, los intentos de refinanciación o la renegociación de deudas podrían evitarnos tramitar el proceso.

La importancia de la asistencia jurídica especializada en negociación de deuda

Como hemos visto, resulta clave tener una clara perspectiva jurídica del escenario en que nos encontramos para saber si disponemos o no de herramientas legales para hacer frente a nuestros acreedores. Por otro lado, el conocimiento del Derecho de Obligaciones es capital si no queremos terminar firmando un acuerdo que nos resulte perjudicial.

Sin embargo, la negociación requiere de voluntad de acuerdo y capacidad para acercar posiciones. De modo que no todo el proceso consiste en ampararse en la ley. A fin de cuentas, cuando queremos renegociar una deuda es porque estamos en una posición vulnerable, que es la del deudor.

De modo que a la hora de renegociar una deuda no solo conviene contar con un técnico jurídico capaz de defender nuestros intereses. También resulta clave que sepa hacer ver al acreedor que la negociación va a ser beneficiosa para ambas partes. La negociación es un arte que requiere de pericia y experiencia, pero que puede conducir a soluciones más favorables que un proceso judicial.